La copa de vino.

Estaba sentado yo a la luz de la chimenea, no de estas modernas que son estufas, sino de las que hay que echar madera de verdad, recuerdo que en aquella ocasión estaba leyendo un libro del cual ya no me acuerdo de su título, y se oyó un leve golpe en la puerta como si alguien quisiera entrar, yo en ese momento creí que eran imaginaciones mías, debidas a la bebida y a aquel sueño aletargador que tenía.
Volví a escuchar otros dos golpes en la puerta, así que fui a abrir y ver quién era, dejé aquella copa de vino en la mesa para cambiarla por el picaporte de aquella antigua puerta. Abrí la puerta y solo vi aquel pasillo, aquel pasillo inmensamente largo, hasta donde mi visión chocaba con la oscuridad.

Dispuesto a cerrar la puerta y volver a sentarme escuché pasos allí al fondo, así que valeroso me decidí a desvelar aquel misterio.
Tras recorrer aquel tenebroso pasillo me encontraba delante de una puerta, una puerta con una tímida luz que asomaba, la puerta de mi cocina, en la que no debería haber nadie.
Tomé su picaporte y la abrí solo lo justo para entrar, cogí el cuchillo que había en la mesa, y justo en frente había alguien.
- ¿Quién eres?  Grité mientras sujetaba el cuchillo fuertemente en la mano
- ¡Soy yo, no me hagas nada! ¡Deja el cuchillo! ,  dijo mi mujer con tono asustadizo
-Perdóname, no sabía que te encontrabas aquí y me asustaste, vuelvo a mi habitación.
Automáticamente dejé el cuchillo donde estaba y cerré la puerta al pasar, caminé hacia volver a mi habitación, me senté, fui a coger el vino, pero aquella copa no estaba allí, aquella copa de vino había desaparecido.