El Metro

Aquella vez no pude soportar su mirada, la vi en el metro, era una chica maravilosa de cabellos castaños y ojos marrones.
Aquella mirada reflejaba la tristeza, la soledad, el panico, y el sufrimiento, todo en un mismo lugar, en sus ojos.
Tuve el placer de poder hablar con ella solo durante 10 minutos antes de que se tirase al metro.

Para ella su vida había perdido el sentido desde el día en que su chico la dejó, ese incidente le afectó de tal forma que su corazón no asimiló un nuevo regreso a la vida y quiso morir en las vias de aquel lugubre tren en las que meses antes se juraron amor eterno.

Pero ha decir verdad señor agente, eso no fue lo que más me marcó, lo que me ha marcado más ha sido el horrendo ruido que hacen los huesos al interponerse con la maquinaria del metro, ese ruido es el que debe hacer la muerte al quitarte la vida en un instante.
Ya no recuerdo nada más de ella, solo un cordón policial que me prohibía el paso.

El agente de policía le indicó la salida de la sala consternado por aquellas palabras, el joven salió de la sala con la mirada perdida, una mirada que jamás volverá a ser la misma.